miércoles, 14 de octubre de 2015

La oveja negra

Ellos deseando encontrarse y yo deseando perderme. Perderme en los brazos de quien me ama, hasta anular mi cabeza y sentir, sólo sentir. Perderme en un bosque, seguir mi instinto y descubrir lugares nuevos. Oírte hablar, perderme en tus sueños y en tus proyectos, hasta verlos a través de ti. Coger un libro y perderme en sus palabras convirtiéndome en la protagonista.

Ellos en busca de un rayo de sol y yo deseando bailar bajo la lluvia. Porque en esos momentos de soledad, de tristeza o debilidad, sé que tú que ya no estás, apareces en forma de diminutas gotas dispuesto a camuflar mis lágrimas. O simplemente porque besar a alguien bajo la lluvia me parece de los mayores placeres en esta vida, porque esos besos te calientan más que un día soleado, y hacen que ni siquiera notes el frío que te recorre el cuerpo cuando el agua intenta penetrar hasta tus huesos.

Ellos buscando a alguien que les haga volar y yo buscando a alguien capaz de romperme en mil pedazos con tan sólo 3 palabras: Me has decepcionado. Porque puedo volar yo sola, no necesito a nadie que agite mis alas por mí. Mi imaginación vuela sola, mis sueños, la música, las nubes, el viento, me hacen volar. Pero hay muy pocas personas capaces de desgarrarte por dentro con esas 3 palabras, capaces de hacerte caer dando igual lo alto que vueles. Esas personas son capaces de entrar en tu vida, hacerse un hueco atravesando tus barreras y conocerte sin necesidad de ilusionarte con volar.


Me llegaron a decir que era un terremoto en un lugar donde gusta la brisa. Que podía producir que el mundo de las personas que están a mi alrededor temblara cuando ellos se esfuerzan en encontrar la estabilidad. Así que intenté convertirme en brisa,  hablando con el mar en calma, besando  la tranquilidad de sus labios… Pero no pude. Porque yo soy como esas personas que viven en lugares donde las catástrofes naturales están a la orden del día, que  si sobreviven vuelven a poner sus casas en el mismo lugar, porque es allí donde pertenecen.  Así que sigo siendo un terremoto en busca de otro terremoto capaz  de hacer temblar mi mundo.

sábado, 10 de octubre de 2015

No hay amores imposibles, sólo amores enjaulados deseando liberarse

Te amaré en silencio, mientras ignoro la asfixia que me produce no gritarte lo que siento.
Disfrutaré de tu sonrisa intermitente, mientras apago la luz de mis ojos cuando te descubren entre la gente.
Me esconderé para morderme el labio, cuando lo que más deseo es morder los tuyos
Te miraré a los ojos, cerrando la compuerta que los conecta con mi alma, para que no veas lo que esconden.
Seguiré sufriendo cuando tú sufras, deseando darte el mejor abrazo, secarte las lágrimas y besarte para que no te sientas sólo, aunque lo único que haga sea aparecer con mi botiquín lleno de tiritas y miles de historias graciosas para hacerte reír.
Seguiré mi camino lejos del tuyo, aunque no pare de brincar para asegurarme de que no te pierdes.
Te escucharé hablar de ellas, las de ahora, las de tu pasado y las que puedan formar parte de tu futuro, sabiendo que  puedo ofrecerte más que ellas, mientras oculto los celos que me comen.
Te hablaré de ellos, para que nunca sospeches, deseando oír que ninguno te gusta para mí.
Tal vez te parezca cobarde,  de hecho lo es, pero no soporto sentirme vulnerable, aunque en el fondo acepte, que tú tienes todo el poder sobre mí, porque con sólo dos palabras podrías liberarme de esta jaula.

¿Pronunciarás las palabras mágicas?

lunes, 30 de julio de 2012

Gracias a ti soy quien soy

Gracias por escribirme esa canción 
Por arañarme el corazón 
Por ser así como eres 

Gracias por aguantar ese dolor 
Por inventar ese sabor 
Por hacerme siempre lo que quieres 

Gracias por los consejos que me das 
Por olvidarme si te vas 
Por no quererme un poco más 
Por esas cosas que no se pueden contar 

Aprendí a sufrir 
Aprendí a reírme de mí 
Me reconstruí 
Tuve que decir que sí, que sí 

Gracias por caminar siempre al revés 
Por derretirte si me ves 
Por alargar ese momento 

Gracias por asumir ese papel 
Ya no sabíamos qué hacer 
Pero te fuiste justo a tiempo 

Gracias por ayudarme a que se duerma 
Por el cariño, la paciencia cuando todo iba mal 
Gracias por esas cosas que no se deben contar 

Aprendí a sufrir 
Aprendí a reírme de mí 
Me reconstruí 
Tuve que decir que sí, que sí 

Ya no seré lo que fui para ti una vez 
Pero puedes contar conmigo 

Aprendí a sufrir 
Aprendí a reírme de mí 
Me reconstruí 
Tuve que decir que sí, que sí 

Aprendí a sentir 
También a pasarlo bien sin ti 
Y me levante 
Cada vez que tropecé y caí 

Tuve que alejarme de ti 
Tuve que aprender a ser sin tiGr

domingo, 1 de abril de 2012

Mi cárcel


19 de Marzo de 2012

Llevo años encerrada en este cuerpo, meses atada a estos sentimientos y días intentando huir de las pesadillas que son esos sueños que nunca se harán realidad. He visto como cada uno de los que me querían han atado cada extremidad de mi cuerpo a esta cama de la cual no me puedo levantar. Veo cada día y cada noche el rostro de las personas que quieren verme aquí. Oigo los comentarios que no quieren que oiga, sus risas, y mi locura expresada en gritos que nadie puede escuchar. Noto las cadenas que me unen a esta cama y las lagrimas que al igual que yo se sienten prisioneras, y no salen por miedo a que las vean.  Saboreo cada día esas pastillas que me hacen ser como ellos quieren que sea y huelo cada día la soledad plena.

Intento cada día soltarme de estas cadenas, gritando, mostrándome tal como soy. Pero es inútil, este es mi destino. Y noto, como cada día esas pastillas me hacen olvidarme de mí, de mis recuerdos, me hacen desistir en el intento de ser feliz. Dejo poco a poco de ser persona, dejo de ser yo, para ser una marioneta al gusto del consumidor. Y entonces, en el momento más inesperado cuando estaba a punto de cerrar los ojos y dejar de luchar por soltarme…. Escucho aquella canción que me  hace resurgir: “Hero” de Mariah Carey. Llevaba tiempo sin escuchar música, sin sentirla, sin visualizar siquiera las teclas del piano. Pero está claro que ahí fuera hay alguien que quiere que siga luchando, que quiere que sea yo, no una marioneta, alguien que está dispuesto a luchar conmigo. Me encantaría saber quién es. Pero todos mis amigos dejaron de visitarme porque no me reconocían. Así que la única manera de conseguir saber quién es, es saliendo de estas cuatro paredes que me encierran y soltando estas cadenas que me mantienen atada a la cama.

Sin embargo me acaban de dar la pastilla y soy incapaz de pensar con claridad. Me estoy atontando por momentos y mis ojos se cierran. Mañana será otro día en esta habitación pero sea como sea, estoy segura de que será el último. Debo luchar, por ese alguien que ha puesto esa canción, por la música, por lo que fui, por lo que soy, por lo que puedo llegar a ser y porque hay un héroe dentro de mí. Mañana no habrá miedo a nada, haré hasta lo imposible.

1 de abril de 2012

Hace 14 días 8 horas y 35 minutos desde que escuché aquella canción y desde entonces no he vuelto a escuchar nada que no sea el silencio. No conseguí reunir el valor suficiente para desatarme. Tenía miedo. No sabía quién era yo. No sabía quién quería ser. Ya nadie me espera fuera. Nadie confía en que vuelva a ser la que era o ni siquiera se acuerdan de mí. No les culpo. La verdad es que ni siquiera yo me acuerdo de mí, de cómo era. Así que me tomo cada día esas pastillas sin gritar, porque esta ha sido mi elección. Esta soy yo ahora. Y paso cada día entre estas cuatro paredes blancas, atada a esta cama. Esta es mi vida.

jueves, 16 de febrero de 2012

Believe in angels

En medio de la oscuridad que provoca la soledad. Con la única compañía de la tristeza que provoca el adiós de un ser amado y  con la compañía del príncipe del silencio. Con la luz apagada y tirada en la cama. Grita de dolor intentando deshacerse así de todas sus penas. Pone música para que no se oigan sus llantos y así, poco a poco el ritmo de sus jadeos va disminuyendo.

Entonces escucha en el reproductor la canción “I believe I can fly” de R.Kelly. Cierra los ojos: se imagina en una pradera rodeada de flores y mirando al cielo. Recuerda esa frase que tanto había oído: El límite es el cielo. Y con la canción en su cabeza se abandona y  siente que vuela, siente que sobrepasa ese límite para sentirse libre jugando a hacer diferentes formas con las nubes y volando tras los pájaros. En aquel lugar dónde solo hay paz y alegría, dónde no hay preocupaciones. Un lugar mágico, muy próximo a ese paraíso que todos queremos encontrar.

Suena la canción: “I´m your angel” de Celine Dion y ella  sigue volando por el cielo imaginándose   esta vez rodeada de ángeles que la acompañan y la guían por las diferentes nubes. Entonces le surge una pregunta: ¿Habrá alguien que cuide de mí para que vaya por el camino correcto? ¿Tendré yo mi ángel de la guarda? De repente nota que uno de los ángeles se le hace conocido, le suena su cara, sabe que lo ha visto y le reconoce. Inmediatamente se empieza a fijar en los rostros del resto de los ángeles. Efectivamente reconoce cada uno de los rostros de esos ángeles. Son sus amigos, gente que ha estado siempre ahí para ayudarla. Personas que la han intentado guiar. Personas que han estado en los buenos pero sobre todo en los malos momentos. Personas que sobre todo la hacen sentir bien, la hacen reír, la hacen sentir en paz. Personas por las que merece la pena seguir adelante. Personas que saben el significado de la palabra amistad.

Y con el sonido de “Angels” de Robbie Williams de fondo, siente el abrazo de todos aquellos que la ayudaron, de todos esos ángeles. Y ve cómo bajan del cielo con ella dispuestos a ayudarla en todo lo que necesite. Ve cómo se desprenden de sus bellas alas para acompañarla en esa gran aventura que es la vida. Y es entonces cuando empieza a creer que los ángeles sí existen, y  a ver que ella tiene la suerte de estar rodeada de ellos. 

Y esta vez feliz, decide abrir los ojos, encender la luz, secarse las lágrimas abrir la ventana y gritarle al mundo:¡¡¡I BELIEVE IN ANGELS!!!

martes, 14 de febrero de 2012

Amor: la otra cara de la moneda

Hablo de crímenes, que quedan impunes. Crímenes como el robo o el asesinato. Crímenes que aun teniendo pruebas, no son juzgados. Crímenes que ni si quiera se denuncian, o al menos, no públicamente. Crímenes cuyo autor se conoce.  Crímenes que se cometen a diario. Crímenes que provocan la desolación del que los sufre. Crímenes al fin y al cabo.
No hablo de mujeres. No hablo de hombres. Ni siquiera hablo de personas. Hablo de corazones. Hablo de un corazón. Único. Tal vez perfecto. Un corazón intacto, bañado en rojo pasión. Un corazón que late al ritmo de cada emoción. Un corazón desenfrenado, que siente y padece cuando le hacen daño.
Un corazón que cierto día fue robado, sin mala fe, pero robado. Un corazón cuyo rescate era de un valor incalculable: Infinitas noches de amor para el autor del crimen, infinitos besos, infinitos abrazos, caricias, momentos felices a su lado, pensamientos dedicados… Sólo así se garantizaba la supervivencia del corazón. Y así la dueña, queriendo pagar el rescate  del que era su  corazón quedó presa del ladrón.
Sin embargo  todo lo que ella podía ofrecerle no era suficiente para el ladrón, el cual le hizo vudú al corazón con incansables mentiras, lo apuñaló con faltas de respeto, le disparó varias veces con sus infidelidades. El primer ataque se curó con su arrepentimiento, el segundo con sus ansias por que le perdonaran y el tercero con promesas vacías, pero los siguientes… Los siguientes la mandaron derecho al hospital.
Cuentan que el corazón hizo todo lo que pudo para intentar sobrevivir. Cuentan que la dueña cogió las fuerzas de donde no las tenía para transmitírselas a su corazón. Cuentan que en el hospital se hizo todo lo posible por salvarlo. Cuentan que el propio médico encargado de la operación, se tomó como un reto personal la supervivencia del corazón.
Sin embargo lo que se vivió en el quirófano fue el cansancio del corazón que se rindió por unas heridas incurables como lo son la desconfianza y la desilusión. Y así el corazón inmóvil en su camilla, lleno de heridas cicatrizadas y bañado en la sangre desprendida por las heridas que quedaban por cicatrizar, murió, pudiendo así descansar por fin en paz.
 Cuentan que todos en la sala lloraron al escuchar el pitido intenso que mostraba la muerte del corazón. Cuentan que el cirujano era incapaz de pronunciar la hora del fallecimiento. Cuentan que la dueña del corazón no pudo dejar de llorar, y que al funeral acudieron más personas de las que nadie se pueda imaginar.
Al cabo de unos años la dueña de ese corazón fallecido se suicidó. Su esquela se estableció junto a  la de su corazón fallecido y en ella se inscribió: Olvidé vivir cuando mataron mi capacidad de amar.

domingo, 12 de febrero de 2012

La princesa de hielo

La princesa de hielo la llamaban los que en su rostro veían reflejada la belleza propia de los países nórdicos y sin embargo eran incapaces de ver en sus ojos nada más que un cruce de estalagmitas y estalactitas. Los que pudieron rozar su piel, cuentan que era fría, como si no corriera sangre por sus venas, que tocarla era como tocar el invierno en pleno verano.

La princesa de hielo la llamaban por la falta de reacción de su rostro ante cualquier circunstancia. Capaz de aguantar que la hicieran vudú con palabras dolorosas a la velocidad que una metralleta dispara sus balas, capaz de aguantar los gritos de sus seres más queridos sin pronunciar palabra, pasara lo que pasara no se inmutaba, simplemente escuchaba y desaparecía con la cabeza bien alta sin mirar atrás. Llegaba a casa, se acostaba y aunque no pudiera dormir del dolor, se quedaba despierta oyendo el silencio. Esperando ese único ratito de paz en el que todos duermen, nadie grita y todos están demasiado inmersos en sus sueños como para hacer vudú.

Sin embargo descubrió algo que la hacía reaccionar, sólo una palabra: DECEPCIÓN. Era la única palabra que hacía que el hielo de su rostro y de su corazón se derritiese y cayera por sus ojos a modo de lágrimas. Esa palabra la hacía huir, temblar, escapar, hacía que perdiera el control de todo, que no supiera cómo reaccionar, se sentía fuera de sí. Se encerraba en su cuarto y compartía con su fiel amigo el príncipe del silencio sus lágrimas.

Un día en el que veía la palabra DECEPCIÓN escrita en todas partes descubrió que cada vez que lloraba llovía. Salió a la calle, le gustaba la lluvia, especialmente en esos momentos en los que las gotas se entremezclaban con sus lágrimas ocultando su dolor. Sentía como el calor inusual de su cuerpo se fundía con las frías gotas, pero sobre todo la calmaba el pensar que el cielo lloraba con ella, que se ponía en su lugar, que pasara lo que pasara el cielo estaría con ella.

Siempre había pensado que tras ese cielo se ocultaba una persona que verdaderamente la quería, que no podía estar al lado suyo, pero que se conformaba con verla desde la distancia, y que seguía cada paso que daba, una persona muy unida a la naturaleza. Y en momentos como ese se sentía tan cerca de esa persona… El cielo era el único que la comprendía, que entendía lo que necesitaba en momentos como ese, que no preguntaba simplemente estaba y lloraba con ella. El único capaz de ver más allá de esos témpanos de hielo de sus ojos y que veía el dolor reflejado en su corazón hecho añicos. El único para el que no era una princesa de hielo, que simplemente era su princesita, alguien a quien debía proteger, y era por el único por el que ella se dejaba proteger.

Él y sólo él era imprescindible, y sabía que nunca la abandonaría.